jueves, 10 de octubre de 2013

Sin rumbo, ¿sin rumbo?



La ciencia económica se divide en dos partes, la positiva y la normativa. La positiva es meramente descriptiva, trata de explicar cuales son los mecanismos causa-efecto de la economía.

Por ejemplo, aplicado a otras ciencias, trataría de explicar el porqué un cuerpo sumergido en el agua sufre un empuje de abajo a arriba igual al peso del agua que desaloja.

La economía normativa trata de, con los conocimientos que se tienen, y con las expectativas y objetivos fijados de antemano, crear normas o diseñar estructuras económicas que obtengan esos objetivos deseados.

Por ejemplo, diseñar una superficie cóncava con el objetivo de meter dentro peso y que no se hunda en el agua. El objetivo es atravesar el mar para desde un punto, llegar a otro. Se llaman barcos.

Hay un objetivo claro, un fin.

Los políticos confunden ambas, deliberadamente u omiten directamente la segunda. Al menos públicamente.

Estamos en una época convulsa en la economía y sin embargo totalmente plana en cuanto a lo que se llama economía normativa. Nadie crea barcos para surcar los mares, ni reparan en los fallos de diseño del barco. Se limitan a achicar agua, y cuando esto no basta, empiezan a echar fuera del ruinoso barco a algunos de los tripulantes para aligerar el peso y que siga flotando un poquito más.

Por la borda salen derechos de los trabajadores, pensiones, sanidad, educación etc. El objetivo es que el barco siga a flote, pero el barco se construyó para que cupiesen todos en ese espacio, a salvo del mar enfurecido. Para que no estuviésemos todos a merced de las olas y que Dios reparta suerte. Los débiles se ahogarán, los fuertes nadarán y aguantarán mejor las tempestades.

Todos estos recortes, modificaciones de la constitución, sacrificios de derechos, todo este echar por la borda para salvar lo que estamos tirando, ¿para qué sirve?, ¿cuál es el objetivo final? ¿dónde está el puerto?

¿Estamos cambiando el modelo económico? No. Estamos en el mismo barco que nos hace zozobrar, pero en lugar de modificar el diseño para mantener el fin, cambiamos el fin para mantener el diseño. Confundimos, tal vez deliberadamente, coyuntura con estructura.

El FMI, a través de su directora ha contado un chiste buenísimo, si no fuese patéticamente preocupante.

Quiere “contribuir” en el debate de la reforma fiscal de España. Sin saber muy bien por que, se me aparece Marlon Brando haciendo ofertas que no podrás rechazar. Y de paso, me entero de la existencia de tal debate, que no es poco.

Como cualquier mago que se precie, debe de existir un efecto de distracción que oculte el verdadero truco.

Empecemos por él, por el brindis al sol. Declara la señora que lleva las riendas del FMI, que hay que sentarse y hablar sobre la evasión fiscal de las grandes empresas, que defraudan mucho. Bueno, contestan los otros, mientras sea sólo sentarse y hablar...

De la misma forma que fuimos a Lampedusa con una caravana de coches oficiales para mostrar nuestro rechazo a las muertes por miseria que conlleva la emigración económica y política....

Incluso podemos lleva el mismo programa que en la isla mediterránea, vamos, nos hacemos ver, pero no nos acercamos a los inmigrantes y nos hacemos kilómetros de avión, y transportamos las flotas de coches oficiales para acabar viendo a los inmigrantes, al sufrimiento, por la tele. Brindis al sol.

Evidentemente no se va a atajar el problema de la evasión fiscal. Hay grandes compañías detrás, con lobbys oficiales en Bruselas, que pagan algún que otro coche oficial. Y como decía Quevedo, poderoso caballero es Don Dinero.

Así que vamos al truco en sí.

El FMI quiere recaudar más por impuestos indirectos que gravan el consumo (IVA), es decir, que en una época con desplome del consumo, se va a gravar más el consumo, para animarlo supongo ¿?.

El Fondo pone en tela de juicio las medidas tributarias en la mayor parte de países y lamenta que “las opciones utilizadas con mayor frecuencia se han guiado por criterios de conveniencia más que por el deseo de establecer sistemas tributarios más sólidos y equitativos”.

Y esto es la traca final. Resulta que hay que subir el IVA, el que pagan todos, los parados, los que tienen trabajo y los inmigrantes ilegales, por igual e independientemente de la renta que tengan, para establecer sistemas tributarios más equitativos. Con un par.


Pero si sigo leyendo, la intención es, no subir los tipos, sino pasar de los tipos reducidos al general. Y dicen que lo quieren hacer porque hay margen recaudatorio.

Traducido, significa que como los tipos reducidos se aplican, básicamente a cosas vitales, como comida, medicina, agua, transporte, asistencia social etc. Pues por mucho que baje el consumo, comer seguirán comiendo. La única forma de recaudar menos subiendo los impuestos de IVA reducido es que la gente dejase de comer, así que hay margen.

Y mientras el empeño por recaudar más aumenta, no aumenta menos el empeño por afanarse en el lanzamiento por la borda. Ahí va parte de la sanidad, dijeron hace poco.

Queremos recaudar más y tener menos. ¿A donde va a para ese aumento del dinero? Porque la sanidad o la educación, por poner un caso, si que se ven donde van, apenas se les veía flotar después del lanzamiento.

En la esquizofrenia de salvar el barco, se está destruyendo el fin que tenía el barco. ¿Para que salvarlo entonces?

¿Acaso no hay más opciones?, ¿acaso no se puede construir otro barco? ¿acaso ya no importa el rumbo, el fin?

Y aquí es donde nos anuncian que el café para todos se ha acabado, que es otra forma de decir que a partir de ahora sólo unos cuantos tomarán café que para el resto no hay.

Sin duda, se trata entonces de un problema de concentración. Lo que está claro es que hay café, pero que no se quiere repartir.

Como el coste de la crisis curiosamente, que lo hay, pero tampoco se quiere repartir. Hemos salvado a los bancos sin que tuviesen que asumir pérdidas, las autopistas radiales de Madrid están en quiebra y el estado deberá asumir la deuda, no las empresas, la planta de gas famosa de Castellón que provoca temblores ha de ser asumida en coste por el estado si se cierra por poner en riesgo a la población.

Beneficios privados, sufrimientos públicos.


¿Estamos seguros del rumbo del barco? Cuando todo acabe, cuando pase el temporal, ¿a qué costa habremos llegado? 
Espero que no se nos recuerde como al Bounty y los capitanes enderecen el rumbo o que los marineros sustituyan a los capitanes.

3 comentarios:

  1. Un excelente artículo. Muchos de los economistas al servicio de intereses políticos (el FMI es un claro ejemplo) saben poco de Teoría económica positiva para defender intereses económicos en positivo !

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  2. En resumidas cuentas, privatizar beneficios, propios o ajenos, y socializar pérdidas. Eso es precisamente lo que hace un tumor en cualquier organismo, absorber todos los recursos, incluidos los destinados a la economía productiva, para destinarlos a la economía especulativa. O lo que es lo mismo, el truco del toco-mocho.
    Hecho de menos sin embargo, la respuesta alternativa, ¿cual es la finalidad de la economía y quien responde a la pregunta?

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  3. Más que privatizar beneficios, propios o ajenos, y socializar pérdidas, yo diría que los mecanismos que han hecho posible que las pérdidas sean sociales no se han modificado. Estamos pagandolos porque, parece ser, no hay más remedio, pero no se ha puesto remedio para que no se produzca de nuevo la situación. Y sin embargo el estado, cuya misión es (o debería ser), garantizar un mínimo estado de bienestar, cada vez se está deshaciendo más de esa obligación. Y lo hace de forma estructural, para ahora y para siempre, no como una medida transitoria hasta que pase el temporal.
    Se rectifica el estado de bienestar, el fin, pero no se rectifica el sistema que ha dado pie a la crisis.

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